Tuesday, November 24, 2009

:Billet d'Avion:

(Photo: Cerveza Redds, Beer Station 85, Bogotá, Colombia)

"I love you not for what you are, but for what I am when I'm with you," - Author Unknown


Elle avait le billet d’avion dans son sac à main, celui-ci était au-dessous de ses jambes, juste à côté du gilet de sauvetage. Elle a ouvert les yeux doucement, 8 :4opm vol à NY…ouais, c’était à cette heure qu’elle avait pris son avion, maintenant elle ne savait pas quelle heure il était. Elle avait laissé sa montre sur son bureau, chez elle. De certaine manière elle avait pensé que dès qu’elle prenait son avion ; le temps ne compterait plus.

Elle avait peur, ses mains tremblaient et depuis quelques jours elle avait froid, mais froid du genre qui se mettait dans les os et qu’elle ne pouvait pas apaiser. C’était bizarre, il faisait nuit et elle le savait même si elle ne le voyait pas. Les hôtesses de l’air avaient déjà passé plusieurs fois avec des plateaux, de la nourriture et des boissons. Non, je ne veux rien, merci. Souri.

Le billet était vieux, dans son sac il devait être écrasé par toutes ses affaires, par son portefeuille, son passeport et quoi d’autre. Elle essayait d’agir comme si ce billet, vieux et écrasé ne valait rien quand en réalité, elle sentait qu’il valait plus que n’importe quel autre élément dans sa vie. Elle ne pouvait pas nier l’importance de ce but de papier, elle était quand même dans l’avion, en train de traverser l’Atlantique. Oui, elle savait que le billet avait une valeur.

À NY il y avait une rue où elle était censé d’y aller. Rendez-vous là-bas, tu iras ? Oui, on se verra là-bas. Il y avait une chaise, elle attendrait sur cette chaise, pendant combien de temps ? Allait-t-elle rester toute la journée ? Et s’il ne venait pas ? Non, non, pense pas à ça…on verra…tout va se passer bien.

Elle a demandé un peu de vin, elle sentait que cela lui ferait bien en ce moment. Elle regardait l’hôtesse de l’air pendant qu’elle le demandait quel type de vin elle voulait. Rouge. En vrai, elle ne connaissait rien sur le vin, elle faisait toujours confiance à ceux qui apparemment en connaissaient plus. Le vin gardait un million de souvenirs, dans ses couleurs, ses odeurs et ses goûts. Le vin l’a faite penser à lui. Elle en avait bu un peu juste avant de se retrouver pour la deuxième fois, au milieu d’une place. Les gens dansaient la salsa autour d’eux. Ils se regardaient, l’un à l’autre.

Elle était dans l’avion, elle buvait du vin et pensait à lui. Putain, comme elle était pathétique. Elle gardait les souvenirs de ce qu’ils avaient vécu comme si c’était hier. Elle n’aimait pas trop les avions, en fait. Chaque fois qu’elle prenait un, elle avait des sentiments différents.

En vrai, elle a décidé que tout dependait que ce qui l’attendait de l’autre côté.


Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. – Gabriel Garcia Marquez


Sunday, November 8, 2009

250 Pesos El Minuto

(Photo: La Candelaria, Bogotá, Colombia)


"que a ella, por robarle la cadena, un ladrón la había matado en la carrera séptima de Bogotá" - En Esas Andaba Cuando La Ví, Fernando Quiroz

Y me da algo de tristeza pensar en lo que motiva esta entrada en el blog; no es una salida a Bogotá o la memoria de algún momento, no es una nostalgia que necesito expresar, una tristeza a desahogar o una felicidad a plasmar, es un recuento de una muerte completamente ridícula. Y ahora que escribo, pienso que gran parte de las muertes que se dan en este país, en esta ciudad tienen esa característica particular...que son completamente ridículas.

En el aeropuerto, esperando mi avión para volver a Francia compré un libro para entretenerme, aquello de los vuelos largos y demás. Compré un libro de Fernando Quiroz, el que cité arriba. Es un libro fácil de leer, con una historia que refleja detalles de Bogotá y de Buenos Aires, la realidad de la capital colombiana, la historia de un hombre que trata escapar de su propia vida luego del asesinato de su esposa por parte de un ladrón que buscaba quitarle una cadena. Ridículo. Completamente ridículo y aun así es completamente cierto. De este libro me marcaron dos aspectos, el primero la historia de amor que se desenvuelve a través de las calles de la capital porteña y el segundo, la descripción del impacto de una tragedia que se dio en las calles de Bogotá.

La semana pasada estuve hablando con mi mamá mientras la acompañaba a hacer una compras y pasando por una calle que tendemos a frecuentar me pregunta por una mujer que se paraba en el semáforo acompañada de una amiga, generalmente para pedir plata. Me preguntó si recordaba a la mujer y le dije que no, pero en fin, me dijo que dos días antes había pasado por ahí y vió que solo estaba una de las dos jóvenes. Aprovechando la luz roja del semáforo y su naturaleza habladora, mi mamá preguntó por la otra muchacha.

-"La mataron la semana pasada, estaba hablando por el celular y un man por robarselo fue y la agredió y ella no se dejó entonces el tipo la mató"

Yo me imagino la escena, y muchas veces me he preguntado que haría si en algún momento de mi vida llega alguien a atracarme, a quitarme mi itouch o mi computador. La gente aquí dice que no vale la pena ponerse a pelear por eso, va el ladrón y le saca un chuzo o una pistola y hasta ahí llega la historia. Digan lo que digan, yo creo...que si llegara el momento yo me le tiro encima, yo no me dejo, y tal vez, tal vez me salga cara esa jugada.

En mi cabeza no cabe la idea que alguien sea capaz de matar por un celular, por un misero celular, por plata, por una cadena. Mi vida vale más que eso, una vida vale más que eso. Que ocurre dentro de las cabezas de las personas para poder llegar a creer que por un celular se puede acabar con la vida de una persona? Matar a un estudiante por su computador? Apuñalar a una mujer por su cadena de oro? Si, es cierto que es gente que tal vez viva de lo que roban, de lo que pueden quitar, es gente que vive de las vidas que quitan.

Cualquiera podría preguntarse por qué escribí sobre esto, por qué resaltar este lado oscuro de esta mágica ciudad, de este hermoso país y de su gente 'feliz'. Por qué hablar de esto? porque desafortunadamente es una realidad que nos sigue, su sombra está presente en nuestros días, sentimos su peso cuando caminamos por las calles con cosas de valor y con susto de que por alguna razón hoy no sea el día...y nos ganamos una loteria en la que nadie quisiera participar.

Amo esta ciudad, amo sus calles, sus bares, sus restaurantes y me da tristeza saber que en medio de tanta riqueza, existe este elemento que opaca a Bogotá. Este miedo que muchos sentimos, que llega incluso a oídos de extranjeros y crea prejuicios. Estas muertes ridículas, que ocurren en los momentos mas inesperados, que nos dejan atónitos y tratando de entender qué es lo que pasa...qué hacer para evitarlo.

A veces me da algo de risa pensar que estoy jugando a una ruleta rusa en esta ciudad, llevando mi computador y mi itouch a la universidad, cualquier cosa puede pasar en cualquier momento. Mientras camino por las calles de mi ciudad pienso que hay personas que valoran más aquello que llevo dentro de mi bolso que mi propia vida y no puedo sino reirme porque es verdaderamente increíble.

Abrir el periódico y encontrar relatos de este tipo, hablar en la Universidad y oír cuentos e historias, incluso en un semáforo podemos ver el reflejo de lo que es vivir en esta ciudad. No digo que esto sea lo único que cuenta, que Bogotá es solo esto, no, para nada. Es solo que...una vida vale más que un celular y las historias como la de la joven del semáforo, la de Fernando Quiroz y todas las otras que ocurren cada día son historias que hacen que el corazón se retuerza y duela un poco.

"ella habia sido la muerte absurda de uno de esos días. La muerte que, por ley de probabilidades , casi siempre les toca a otros,"