Tuesday, February 2, 2010

..Despegue Repentino..

(Photo: Parque Conjunto El Velero, Bogotá, Colombia)


"Well I wish I could think of some cliché to mouth, to make our parting seem less sad," - Run,Honey, Run - Morcheeba

Ayer primero de febrero fue de cierta manera toda una aventura y una carrera contra el reloj. Desde el comienzo del día fue ir a cuadrar todos los últimos detalles antes del vuelo (tentativo), comprar cosas, fijarme que no se me estuviera quedando nada y sobre todo hacer que mis pertenencias cupieran en la maleta sin que tuviera que pagar algún tipo de recargo o peor aún, que tuviera que dejar algo atrás.

Mi día se dividió entre hacer vueltas para mi y ayudar a mi mamá a cuadrar su drama con la camioneta (la cual se habían llevado para los patios, para aquellos que vivimos o conocemos Bogotá sabemos la desgracia tan infinita que esto puede conllevar). Lo simpático o más bien bizarro del día de ayer es que no sabía sí si me iba o no, no sabía si sentir la nostalgia de partir por lo menos por un año de Colombia, si mirar a mi hermano y que me diera cosita de saber que al nene le iba a dar un guayabo tenaz cuando me fuera. Pasé el día como cualquier otro, confieso que estuvo muchísimo más movido que los otros días de las últimas dos semanas. A las 6:30 pm estaba parada en frente de mi maleta, ya llena (y bastante pesada también), hablando con mi papá las cuestiones de logística y con Juan Sebastian al lado, quien había ido para despedirse. En medio de tanto ajetreo y tanta cosa, no lograba sentir nada frente al hecho que tal vez partiría esta noche, sólo sabía que quería irme pero no lograba hacerme una idea ante la posibilidad que se acercaba con cada hora.

Luego de despedirme de Juan Sebastian, me bañe rápido y a aquello de las 7:15pm estaba saliendo de mi casa, despidiendome de mi papá, y fue la despedida más rara de mi vida, pues en verdad no sabía si nos volveríamos a ver esa noche o si en verdad seria hasta la próxima vez que venga a Buenos Aires o hasta que yo vuelva a Colombia. Él, evidentemente, aún seguía con la cabeza en las cuestiones de logística y oí como le dijo a mi mamá mientras salíamos: No se te olvide darle las recomendaciones (las cuales me han venido dando desde hace unos 3 meses). La despedida de mi hermano fue igual, estaba ahí comiendo pasta muy tranquilo y de repente se me hizo raro despedirme de él, una vez más sin saber que tan verdadera era esta despedida.

Salimos para el aeropuerto y llegamos tipo 7:45, fuimos directo al counter sin siquiera sacar mi maleta de la camioneta por aquello de que en verdad estaba muy pesada y que si en verdad si encontraba vuelo vendríamos a sacarla rápido. Una vez en el counter, mi mamá y yo entramos en modo "Carita de Bambi" para rogarle a la señora que nos consiguiera un puesto en el vuelo, que era urgente, necesario etc. Nos dijo que debíamos esperar una hora, debíamos volver a las 8:45pm, es decir faltando 15 minutos para que cerraran el vuelo. En vista de que teníamos una hora para quemar, nos fuimos a comer a Crepes, una vez más en mi cabeza tenía la extraña sensación que esta podría ser mi ultima comida en Bogotá por mucho tiempo, pero sabía igual, me sentía igual, todo parecía remoto y desconocido.

Comimos y fuimos a buscar un libro para matar tiempo en el vuelo (tentativo) pero nos dimos cuenta que ya casi era la hora de volver al counter entonces dejamos el libro de lado. Bajamos una vez más, entrando de nuevo en Bambi mode y estábamos listas para joderle la vida a los de Avianca hasta que no hubiera ya nada más que hacer. Finalmente después de unos minutos que parecieron literalmente horas, mi mamá salió corriendo por la maleta (que, quisiera volver a remarcar, estaba verdaderamente pesada), volvió, la señorita sacó rápidamente mi tarjeta de embarque y de repente la tenía en mis manos. Volteé a mirar a mi mamá y ahí estaba, a mi lado y con los ojos aguados. Fue en ese lapso mínimo de segundos que me di cuenta que me iba, que ya, era definitivo y que tenía que correr a la puerta de embarque porque ya no tenía tiempo.

Salimos afanadas hacía el segundo piso del aeropuerto, yo tratando de llamar a J-E para avisarle que llegaba hoy y mi mamá hablando con mi papá, diciendole que tenía la tarjeta, que me iba. Y de repente, ahí estábamos, en frente de inmigración, en esa sección del aeropuerto donde se aglomeran grandes grupos de gente para despedirse, se abrazan, se desean buen viaje, lloran, se ríen y mi mamá y yo corriendo. Me despedí muy rápidamente de mi papá y no alcancé a hablar con mi hermano, abracé a mi mamá, quien aún tenía los ojos aguados y nos despedimos.

En medio de tanto ajetreo, tanta vuelta, tanto afán y tanta incertidumbre no alcancé a sentir el peso de lo que fue este despegue repentino. Un momento tenía a mi mamá al lado al siguiente andaba caminando por el Duty Free, camino al vuelo que me traería a la capital Argentina. El mirar mi tarjeta de mi cuenta del karma que es conseguir un vuelo a último momento, efectivamente a uno le dan una silla, la cuestión es que es la peor silla de todo el vuelo. Para recuerdos futuros, la silla que me dieron: 37F --> para aquellos incultos que no saben que silla es, pues a ver, de manera ilustrada, iba haciendole visitas a las azafatas. Mientras iba entrando al avión, un hombre que estaba delante mío con su esposa le dice: "35D, bueno al menos no nos dieron la última fila, la 37 creo, con esos asientos que no se pueden mover y que estas definitivamente en la cola del avión, es tenaz, inhumano casi." Y yo ahí atrás escuchandolo relatar lo que serian las próximas 6 horas de vuelo.

Efectivamente sentí el vuelo en su máximo esplendor, si les gusta sentir lo que es volar, recomiendo que la próxima que viajen en avión pidan específicamente esta silla. Durante el vuelo pensé en sacar mi computador y escribir esta entrada mientras volaba, habría sido una experiencia diferente, pero la verdad mientras veía la película, que ya ni me acuerdo cual era, entré en un estado en el que dormía pero en verdad no. Mi cabeza daba vuelta de un lado al otro, no lograba acomodar mi almohada, mi cobija se me caía y me daba frío. En verdad no pude ser más feliz (y al mismo tiempo ni tanto porque estaba casi dormida) cuando el capital anunció que comenzabamos el descenso hacía el aeropuerto Ezeiza.

Evidentemente lo que me impacto de mi llegada fue la ola de calor que sentí, incluso a las 7am. Al tomar el taxi no pude ser más feliz de saber que tendría aire acondicionado por lo menos durante la hora de trayecto de toma llegar a Palermo. Hablé un rato con el conductor, quien resultó ser bastante simpático (eso de que lo invitan a tomar cerveza y todo a uno). Llegué al apto de J-E, una vez más ligeramente atontada por la temprana hora y por el peso del calor que azotaba, subimos la maleta (no sin esfuerzo), escribí un rápido e-mail para avisar que mi llegaba exitosa y proseguí a quedar placidamente dormida hasta que un taladro (manejado por obreros justo abajo de la ventana) me despertó.

Qué hacer hoy, antes de que la vida 'real' comience una vez más? Una cerveza fría cae bastante bien.

"Appena prima di partire," - Zero Assoluto

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